martes, 6 de noviembre de 2012

LIBERTAD CAUTIVA EN GHANA, Por Maximo Luppino


Una parte de la patria está retenida en un puerto Africano. Un fragmento de historia gloriosa de nuestra Nación está inmovilizada en Ghana. Nuestros próceres están tristes, el país sufre y se pretende mancillar nuestro orgullo nacional.

Nuestra fragata Libertad es un buque escuela que fue incorporado a la Armada Argentina en 1963, la misma fue construida en el astillero Rio Santiago. La fragata Libertad estaba realizando su viaje de instrucción número 43, antes de ser víctima de este chantaje financiero internacional.

Desde siempre se calificó a la fragata Libertad como una embajadora de buenos oficios, de paz y de intercambio cultural armónico en todos los países que ancló su  transparente argentinidad.

Pero los grilletes de la usura internacional pretenden encadenar un pedazo de nuestra patria dentro de una cárcel de arteros balances contables.  

 ¿La República de Ghana retendría una fragata de alguna potencia mundial?

¿Este país Africano daría curso a un oficio judicial que paralizaría un bien perteneciente a un país que movilizaría sus fuerzas militares para recuperarla? ¡Seguramente que no! Ya que evaluaría las consecuencias negativas y dolorosas que acarrearía para Ghana un posible conflicto armado. Seguramente no escucharía la voz de ningún tribunal, si éste le traería un serio inconveniente internacional. Es la lógica del “conflicto menor”, seguramente pensaron: “Argentina nada puede hacernos”.
  
El ser argentino posee una profunda vocación de paz. Pero todo debe tener un límite. Fuerzas Armadas adecuadamente preparadas para asumir su función constitucional de la defensa de nuestra soberanía territorial son también un deber  ineludible. La primera virtud de un ejército pronto a entrar en combate es que su propia presencia oficia como elemento disuasorio ante cualquier aventura pirata.

Una triste resignación grupal azotó los argentinos corazones, un manto gris de pesada frustración parece afectar las iniciativas nacionales.  Los internos conflictos parecen más importantes que este episodio humillante para con nuestra patria.

¿Cuándo nuestra fragata surcará nuevamente los mares del mundo?

¿Cuándo volverá el buque escuela a navegar libre en los océanos inmensos llevando orgullosa en lo alto nuestra bandera nacional?
  
Nuestras fuerzas armadas subordinadas al orden constitucional están desmanteladas. Vemos en México, Colombia y hasta en el cercano Brasil cómo ejércitos narcos irrumpen en poblados enteros con sanguinaria maldad. ¿Nuestras fuerzas de seguridad están preparadas para un eventual ataque de estos enemigos mundiales?
  
Muchas actitudes políticas deben replantearse. El episodio de la fragata libertad nos revela dos grandes falencias nacionales que pronto debemos subsanar. La primera son los escasos resortes internacionales jurídicos que argentina posee en relación con otros países para poder solucionar con prontitud el embargo de nuestra fragata en Ghana. El segundo aspecto es el de asumir que no poseemos un ejército con capacidad bélica para defender nuestro patrimonio.

281 tripulantes zarparon en nuestro buque y retornaron al país en avión de bandera francesa, toda una imagen frustrante. Quedaron en la fragata 44 tripulantes y el capitán del navío, con un “viva la patria” ahogado en llanto de impotencia lúgubre, en melancólica nostalgia del sentir del almirante Guillermo Brown. ¿Qué sentirán los patriotas que combatieron en la gloriosa Vuelta de Obligado? Que a la orden del General Lucio Mansilla atacaron con carga de caballería a la flota Anglo-Francesa luchando con insondable honor patriótico.

Estos episodios hieren gravemente la autoestima nacional. La memoria colectiva todo lo incorpora. Buscar responsables dentro de nuestras fronteras, es realmente secundario, hasta diríamos poco importante. Lo fundamental es recupera nuestro buque escuela, aquel que se fabricó en el astillero que el General Juan Perón creara para fomentar nuestra náutica nacional.

Un país pierde cuando se quiebra su voluntad de SER. Fomentemos nuestro empeño, nuestra fuerza, nuestra argentinidad. No claudiquemos ante la usura apátrida. Creer que podemos es el primer paso. El segundo es el trabajo en unidad. La patria reclama nuestro compromiso. Se lo debemos a San Martin, a Manuel Belgrano, a Juan Manuel de Rosas, a todos nuestros héroes y a nuestros hijos…


                    Máximo Luppino

No hay comentarios:

Publicar un comentario